Este sencillo manual pretende acompañar a madres, padres y familia en general que desean iniciar prácticas de meditación a través de mindfulness o atención plena con hijos pequeños, entre los 4 y los 12 años.
Algunas personas se preguntan por qué enseñar a los niños y niñas a meditar; bien es sabido que estas prácticas buscan apoyar la gestión de las emociones, siendo comúnmente usadas para reducir la ansiedad, el estrés o la depresión, ¡Y claro!, es natural pensar que nuestros hijos no padecen estas condiciones. Sin embargo, la niñez se enfrenta a sus propios asuntos emocionales, que ante los ojos del adulto, podrían parecer situaciones pequeñas e insignificantes, pero que en el mundo infantil, pueden tomar forma y fuerza de emociones que afectan la calma, la serenidad y la felicidad de los pequeñines.
Uno de los propósitos de enseñar a niñas y niños a meditar es que aprendan a reconocer sus emociones, cómo las experimentan y qué hacer cuando su cuerpo es invadido por ellas. Básicamente se trata de aceptar las emociones, reconocer su papel en la vida humana, por ello es fundamental evitar el control o la restricción de la emoción, más bien, es una invitación para nosotros como madres y padres y en especial para los niños y niñas, a recibir la emoción, aceptarla, conocerla, permitirle estar y dejarla ir cuando sea el momento.
El mindfulness nos invita a estar presentes, vivir con atención plena el momento actual; para ello los niños y niñas cuentan con grandes habilidades, aún no están atravesados por asuntos de adultos, que nos mantienen aferrados a momentos pasados o ligándonos a situaciones que puedan ocurrir en el futuro. La vida adulta se acompaña entonces por rutinas aceleradas, en ocasiones automáticas, que al final, no nos permiten disfrutar de los momentos vividos; justamente lo que pretendemos con la práctica del mindfulness es que podamos estar presentes y en el caso de los niños y niñas, a que les ayudemos a cultivar su atención plena.
Te podrás preguntar si los niños y niñas viven en piloto automático en su cotidianidad, pues ellos nos sorprenden con las lecciones de atención plena puesta en cada actividad; y es que cuando ellos juegan, realmente están jugando, cuando observan la lluvia caer, sólo tienen su atención puesta allí, de una manera inigualable, lo mismo cuando observan los detalles de sus cuadernos, las aves que se posan en su ventana, en fin, nos muestran cuánto pueden disfrutar su momento presente.
Es lo que con el crecimiento se va desvaneciendo: cuando crecemos, vivimos entre las experiencias pasadas y las ideas de lo que está por venir en el futuro, y por ende, olvidamos que lo único que tenemos certero es el presente.
Por ello, a través de la meditación y el mindfulness, estamos cultivando la atención plena en los niños y las niñas, para que no se vaya, sino más bien, para que se fortalezca y les permita vivir presentes.
Muchos son los beneficios para los niños y niñas que practican meditación o mindfulness en su vida diaria, entre ellos podríamos mencionar el aumento de la concentración y la autoestima, mejor gestión de las emociones y por ende, el fortalecimiento de habilidades que ayudan positivamente en la interacción social y familiar.
Para empezar a ver las indicaciones que debes tener en cuenta cuando vayas a meditar con tus hijos, es fundamental que recuerdes la importancia de enseñar desde la experiencia, de guiar con tu ejemplo, porque somos los padres, madres y la familia, los principales modelos en la formación y el desarrollo de nuestros hijos. Por ello te recomendamos que logres instaurar estas prácticas en tu cotidianidad, pues será mucho más fácil el acompañamiento que emprendes ahora con tus hijos, además nutrirás de manera significativa tu vida, la relación contigo mismo y en definitiva, la relación con los demás, incluyendo la labor de crianza que se impacta positivamente cuando se instaura la meditación en las rutinas cotidianas.
No hay una receta mágica para iniciar la meditación y la verdad no interesa mucho crear un esquema para la práctica que haga requerir unas condiciones muy específicas, pues el gran objetivo será llevar la atención plena a las rutinas cotidianas: poder lograr meditar en un sitio ruidoso como el colegio, en el salón de la casa justo cuando apareció el enojo, en la habitación, cuando tal vez aparezca el miedo antes de dormir o a la oscuridad.
Sin embargo, te diremos unos tips sencillos para realizar lo que llamaremos prácticas formales, que serán esas actividades planeadas, en un momento y lugar determinado para meditar.
Desde pequeños podemos orientar prácticas cercanas a la meditación, como lo son la relajación, leer un cuento, escuchar una canción, etc. Las prácticas de meditación formales pueden estar muy bien para niños mayores de 4 años, entendiendo que cuanto más pequeños, más acompañamiento requieren, además que los tiempos de atención son más cortos, para lo que debemos procurar prácticas cortas, que pueden ir aumentando, de acuerdo a la edad. De hecho, cuando van aprendiendo a meditar, algunos niños o niñas prefieren hacerlo solos.
Busca un espacio en tu casa que brinde un mínimo de estímulos distractores, donde no tengamos nada conectado que haga ruido y pueda distraer a los niños. Puede ser en la habitación con música suave y teléfonos y televisores apagados.
Las prácticas se pueden realizar en una colchoneta, una manta en el piso, una silla o simplemente en la cama.
Se pueden realizar las prácticas estando sentados o recostados; sin embargo al inicio de las prácticas, ayuda mucho estar totalmente recostados, con la espalda reposando sobre la superficie y las manos sobre el abdomen, para observar y sentir cómo la respiración hace inflar la barriguita cuando el aire ingresa y cómo vuelve a vaciarse, una vez el aire se expulsa.
No se requiere de un horario puntual para meditar, lo importante es que puedas establecer una rutina, un momento del día que tú elijas y sea cómodo para todos iniciar la práctica. Los niños y niñas responden muy bien a los horarios, por lo que será valioso que elijas siempre el mismo horario, por ejemplo al iniciar el día, antes de empezar actividades o al cerrar la jornada, justo antes de ir a dormir. Volver esta práctica un hábito, depende mucho de la constancia y disciplina que como adultos podamos brindar.
Es importante que esta práctica represente algo muy agradable para los niños y niñas, no una obligación o una actividad que les incomode; que puedan asociar la meditación a un momento de compartir, para relajarse, para calmar, para observarse e incluso, para poder expresar lo que sienten. Por eso te planteamos los momentos de prácticas formales, en compañía de situaciones donde se oriente la atención plena de manera informal; por ejemplo, mientras comemos podemos invitar a hacerlo, sintiendo cada sabor, la textura y la temperatura de los alimentos; o cuando hay una rabieta, permitir el llanto e invitar al diálogo, haciendo una revisión de lo que el cuerpo experimenta y cómo permitir que esa emoción fluya.
Si los niños y niñas notan que los adultos disfrutan de la práctica formal, muy seguramente van a desear realizarlas y es cuando hacemos énfasis en el deseo, porque no es conveniente forzar la realización de las prácticas y mucho menos castigar porque algún día no quieran realizarlas. En este caso, cuando se resisten, se puede proponer realizar la actividad en otro momento, procurando siempre que reciban una invitación cálida y amorosa para acercarse a los ejercicios.
Una vez terminen la práctica, invítalos a conversar sobre lo que experimentaron y es muy importante valorar su desempeño, que puedan sentir que lo están haciendo bien.
Recuerda ser paciente, pues los resultados los observarán una vez se vaya instaurando la práctica como un hábito.
Encuentra en Bambú meditaciones para introducirte en el nivel básico y avanzado de mindfulness y el pack de Meditaciones para Niños, prácticas sencillas, cortas, guiadas y diseñadas de acuerdo a los componentes principales que interesa formar en los más pequeños, para que cultiven la atención plena y puedan fortalecer su autoestima, gestionar mejor sus emociones, entablar y mantener mejores relaciones interpersonales y aumentar la concentración.
Recuerda que para ti, como guía y modelo, también tenemos en Bambú diferentes opciones para meditar a través de prácticas formales, realizando un recorrido por niveles, o ejercicios cortos de acuerdo a tu necesidad diaria.
Descarga esta cartilla que hemos diseñado como guía para enseñar la práctica de meditación con los niños y niñas.
Léesela, enséñales las indicaciones y acompáñalos en el ejercicio.
Cuando puedan hacer los ejercicios por su cuenta, también podrán usarla para meditar sin tu compañía.
Adriana Morales Franco
Neuropsicóloga
Guía práctica de tranquilos y atentos como una rana:
https://www.letraskairos.com/gua-prctica-de-tranquilos-y-atentos-como-una-rana-1