Seguramente alguna vez habrás escuchado esta palabra, o de repente has experimentado algo que te haga sentir un poco de tensión, presión, molestia, y crees que pueda ser estrés. Realmente el estrés está cada vez más presente entre nosotros, no sólo porque lo mencionemos, sino porque nos habita.
En este post vamos a abordar este tema, conocer qué es el estrés y cómo podemos darnos cuenta si lo que sentimos en nuestra cotidianidad hace referencia a esta condición.
El estrés ha tomado mucha importancia y ha sido tema de interés de muchos científicos, teóricos y académicos que estudian la conducta humana, ya que se ha identificado que ésta condición afecta de manera contundente el funcionamiento de las personas, impactando negativamente en todas las dimensiones de la vida, como el trabajo, la educación y las relaciones familiares y sociales, puesto que tiene la potencia de alterar la salud física y mental.
El estrés implica cualquier factor externo o interno que lleva a un aumento en el esfuerzo por parte de la persona para mantener un estado de equilibrio dentro de sí misma y en relación con su ambiente.
La vida moderna requiere resultados a toda costa, producir y ser eficientes, sin importar las consecuencias que esto traiga en la calidad de vida de las personas.
El estrés podemos mirarlo como una respuesta biológica y fisiológica del organismo ante una situación percibida como amenazante, algo que pone en riesgo el equilibrio mental; sin embargo, también es posible identificar situaciones ambientales que por sí solas son generadoras de estrés.
No obstante, psicólogos cognitivos reconocen que el estrés obedece además a una manera particular de interpretar las situaciones, teniendo en cuenta entonces el ambiente y el proceso cognitivo que se lleva a cabo para evaluar los estímulos.
Reconocer que el estrés es una condición que contempla tanto lo ambiental como lo personal, nos posiciona no como un ente pasivo frente al estrés, sino como sujetos activos para transformar la forma en la que reaccionamos o interpretamos una situación que nos resulta amenazante.
Los efectos del estrés pueden observarse en el cuerpo, el pensamiento, los sentimientos y la conducta, lo curioso es que muchas veces podemos estar experimentando estas molestias y no logramos entender a qué se deben.
Vamos a intentar identificar los síntomas que puede generar el estrés, porque esto nos permitirá ir un paso adelante, bien sea para evitar su progreso a un trastorno mental, o para saber cómo manejarlo cuando aparece.
En el cuerpo:
En el estado de ánimo y los procesos cognitivos:
En el comportamiento:
Normalmente se asocia el estrés con una situación desagradable, pero existen eventos gratos que pueden suscitar cierto nivel de estrés, como puede ser una presentación, un partido de fútbol, una visita muy esperada, etc. Por lo tanto, no siempre el estrés produce daño, pues a menudo experimentamos dosis de estrés considerables que no causan efectos secundarios. De hecho, hay quienes afirman que la ausencia completa de estrés supone la muerte.
Estar expuestos a condiciones de estrés de manera prolongada o cuando la situación desborda la capacidad de adaptación de una persona, puede generar daños al organismo (por la liberación crónica de cortisol), lo que se ha denominado distrés o estrés negativo.
Por otro lado, se ha llamado eustrés o estrés positivo a la respuesta que aparece de forma natural cuando reaccionamos a una situación que requiere activación o un esfuerzo alto para ser resuelta. Este proceso es necesario para adaptarnos a distintas situaciones de la vida y es el que aparece cada día para que afrontemos la cotidianidad con sus propios desafíos, como estudiar para un examen, presentar un proyecto o hacer una entrevista; el eustrés posibilita la claridad mental, el equilibrio físico y se traduce en bienestar, al hacer lo mejor posible frente a cualquier exigencia.
De cualquier modo, solo el estar vivos nos expone a enfrentar situaciones que pueden atentar contra nuestro equilibrio mental y bienestar, asumir retos y desafíos, voluntariamente también, con certeza va a propiciar el desarrollo de estrés. Por ello, no podemos hablar de evitar el estrés exclusivamente, sino más bien, aprender a gestionar las emociones que se ligan a él, evaluar de manera objetiva las situaciones y reconocer la propia capacidad y vulnerabilidad.
En el post Estrategias para abordar el estrés, damos algunas pautas para abordar el estrés, a través de la atención plena o el mindfulness.
Por ahora te recomiendo seguir las prácticas de meditación que encuentras en la App Bambú, enfocadas a aliviar el estrés y reducir la ansiedad.
Adriana Patricia Morales Franco
Neuropsicóloga
3. Respuesta fisiológica al estrés