Meditación: La meditación es ese entrenamiento mental que se realiza concentrando la atención de una manera específica, y que produce efectos que pueden ser descritos y comparados objetivamente. Existe en varias tradiciones culturales: es Dhyana en sánscrito y Jhana en pali, es el último sendero del Noble Óctuple Sendero de Buda en la India. Es el Ch’an en China y Zen en Japón.
Mindfulness o atención plena: modo de observar la realidad definido como “llevar la atención al momento presente intencionadamente, sin juzgar y con amabilidad”. Es ser consciente de lo que ocurre, sin dejarse arrastrar por lo que se observa (sea bueno o malo). Conlleva una actitud vital de curiosidad y aceptación. Y, en el contexto concreto de la práctica de meditación, es una forma de usar la atención: atender a un único fenómeno (por ejemplo los sonidos, la respiración, o los pensamientos) y sostener esa atención en un determinado periodo de tiempo.
Atención: Es la capacidad de fijar la conciencia en algo — objeto, sonido, movimiento …- diferenciándolo del resto. Es una habilidad innata y cada persona elige dónde dirigirla: algo puede llamar tu atención, pero una vez eres consciente de ese fenómeno y lo clasificas, puedes dejar de estar pendiente de ello. Por ejemplo un ruido: una vez lo identificas como un grifo goteando, puedes poner tu atención en otra cosa, o no.
Intención: es la motivación que ponemos a todo lo que hacemos. Toda acción conlleva una decisión previa, aunque no seamos muchas veces conscientes de ella. En mindfulness, la intención es experimentar el momento presente: mantener la atención y ver qué llega, sin enjuiciarlo, con imparcialidad, sea lo que sea.
Actitud: el tipo de aproximación que tenemos hacia lo que hacemos determina en gran parte el resultado. Para sostener atención plena sobre sensaciones corporales (como el roce del aire al entrar por la nariz) o los pensamientos o sentimientos que experimentamos al meditar, una actitud neutra, amable y no reactiva es de gran ayuda.
Aceptación: no juzgar, no apegarse ni rechazar. Es decir, intentar no implicarse en aquello que observes o percibas mientras meditas, un sentimiento, una emoción, un picor, un sonido.
Sin embargo aceptar no significa resignarse. En meditación, implica adoptar esa actitud serena e imparcial ante lo que está ocurriendo en tu mente y en tu cuerpo. No intentes cambiar nada, eres un testigo, eso es todo.
Curiosidad — o mente del principiante — Es la actitud receptiva de quien tiene todo un camino por delante. Sentarte cada día a meditar abre las posibilidades de experimentar sensaciones nuevas, de descubrir más de ti y de tu entorno. Da igual cuántas veces lo hayas hecho antes.
No identificarse: no identificarte con lo que llega a tu mente, significa no hacerlo tuyo. Tomar distancia. Especialmente si es un sentimiento y es triste, la distancia te ayuda a reconocerlo como algo pasajero. Y ¿qué sentido tiene hacer tuyo algo pasajero? También si es un pensamiento alegre. La misión siempre es la misma, observar con imparcialidad. Y aceptar lo que viene ;)
Compasión: Reconocer el sufrimiento propio y de los demás, junto con la motivación sincera de intentar aliviarlo. Cuando en mindfulness oigas hablar de autocompasión, no se trata de sentir lástima por tí, si no de tratarte bien, de quererte y actuar para potenciar tu bienestar.
Ecuanimidad: Dar a todo la misma importancia. Imparcialidad. Es una actitud paciente ante algo que puede estar llamando tu atención sobre lo demás. Ser ecuánime al meditar es no hacer más caso a ese sentimiento, sensación o pensamiento que al resto. Y es la clave para experimentar que todo pasa. La ecuanimidad en la vida es no dejarse llevar de forma ciega por lo que en cada momento llame tu atención poderosamente, sino mirar a tu alrededor, tomar distancia y mantener tu posición mientras todo vuelve a la calma.
Desapego: Es la ausencia de una determinada dependencia emocional hacia cosas o personas. Todos tenemos vínculos que nos condicionan — nos hacen ser como somos, y está bien. Pero es frecuente otorgar un peso desmesurado en nuestra vida a la presencia de personas, objetos, rutinas e incluso sentimientos. Cuando se te pierde un reloj que heredaste, te puedes sumir en una rabia o tristeza que quita energía para llevar tu ritmo diario. En sentido inverso, cuando meditas, puedes querer recrearte en un pensamiento o sensación agradable, en lugar de dejar ir y aceptar cada sensación que llega, experimentar el presente.
El desapego se entrena en la meditación cuando no te identificas con lo que surge en tu cabeza y cuerpo cuando meditas… Cuando lo observas como un testigo, sabiendo que es algo pasajero.