Practicar cualquier deporte involucra de manera natural al cuerpo, pero cuando se observa a un deportista de alto rendimiento enfrentar uno de tantos momentos de competencia, inmediatamente se hace evidente que más que poner su cuerpo, pone su mente al servicio de tal actividad.
Definitivamente el deporte requiere que todo el organismo esté en función de la tarea correspondiente y la mente juega un papel valioso, ya que no sólo posibilita enfocar la atención en lo que se está haciendo, sino que también juega un papel protagónico en el procesamiento de las emociones. De esta forma, los arduos entrenamientos surtirán el efecto esperado en el momento de la presentación o la competencia, pues un deportista dominado por la ansiedad podría no reflejar toda la preparación previa y por el contrario, su resultado alimentaría la ansiedad para futuras ocasiones, convirtiéndose como una bola de nieve, una sensación más grande y difícil de controlar.
Desde la psicología del deporte se han realizado múltiples aportes frente al acompañamiento deportivo y el entrenamiento mental. Investigaciones recientes han señalado que el mindfulness contribuye favorablemente a la práctica deportiva y se ha convertido en una herramienta muy útil para deportistas de alto rendimiento, como también para incorporar esta práctica en la vida diaria como un hábito saludable.
Tanto el deporte como cualquier otra actividad, requieren de atención enfocada para lograr mejor desempeño, no obstante, la mente se ocupa de muchísimas cosas en un mismo momento, y mientras nadamos, por ejemplo, podemos estar pensando en una discusión que acabamos de tener, y hasta logramos experimentar emociones, pero igual continuamos nadando.
Gracias a la práctica de la atención plena, se aumenta la concentración en la actividad deportiva, haciendo que se disminuyan los errores, se mejoren los tiempos de respuesta y se logren los objetivos deportivos, pues se entrena una nueva forma de relación mental con los pensamientos y las emociones.
Cuando la actividad deportiva tiene que ver con momentos de competición, es inevitable que aparezca el estrés como respuesta a la presión que genera la expectativa de alcanzar un buen resultado.
Esta reacción hasta cierto punto es necesaria para activar al organismo y poner todo el esfuerzo en alcanzar la meta; sin embargo, cuando ésta condición se torna excesiva, puede transformarse en ansiedad e inevitablemente puede entorpecer el desempeño y propiciar fallos en el resultado, para los que el entrenamiento físico no sería suficiente.
El mindfulness o atención plena en el deporte permite el reconocimiento y la gestión de la ansiedad, fortalece la mente para reducir esta respuesta psicológica y lograr así mejores desempeños en los escenarios que de manera natural suscitan estrés.
Algunas personas practican algún deporte porque lo necesitan, como una recomendación para mejorar la salud, disminuir el peso, mejorar el estado físico o el estado de ánimo, etc; otras personas lo hacen porque cuentan con grandes habilidades físicas y esto posibilita marcar un proyecto de vida anclado a la realización de algún deporte y en algunos otros casos se asocia al placer generado por la actividad.
Cada persona tiene su propia motivación para practicar un deporte; cuando se incluye mindfulness a las rutinas de entrenamiento se potencia la experiencia de placer, ya que se vive con mayor intensidad cada segundo de la práctica y se posibilita una relación cercana entre las sensaciones corporales y las respuestas mentales.
El placer sin duda, es el componente principal para que una actividad se convierta en un hábito de vida.
Entrenar con atención plena estimula al cerebro para estar atento al momento presente, generando una conexión con el cuerpo y detectando los momentos precisos en los que el pensamiento o la emoción entran en escena.
Incorporar la atención plena en el deporte hace que la actividad sea más consciente y regulada por el deportista, pues permite que los pensamientos fluyan, sin engancharse con ellos y además ayuda a que se identifiquen las emociones y se acepten, en lugar de rechazarlas.
La naturaleza afanada de las rutinas diarias promueven el piloto automático mental, haciendo que muchas actividades cotidianas se conviertan en procesos “automáticos”, en los que la conciencia se ocupa de supuestas labores, pero realmente no está enfocada en ningún aspecto puntual.
Por ello, para un deportista, el atender al momento presente puede ayudarle a disminuir errores en su desempeño, como también a mejorar los tiempos de respuesta.
Es natural que las emociones acompañen el día a día de toda persona, pero en el deporte, frente a la experiencia competitiva, es inevitable que el estrés y la ansiedad ocupen importantes lugares a nivel psicológico.
Para enfrentar una competencia no es suficiente con entrenar el cuerpo, hace falta que la mente reciba una atención especial, para que en el momento más esperado, todo el entrenamiento se ponga en marcha y posibilite lograr el mejor resultado.
Una mente ansiosa puede hacer que un deportista cometa alguna torpeza en el momento de la competencia, puede paralizar la acción y afectar el tiempo de respuesta, puede también interpretar de manera errónea una situación y reaccionar de manera agresiva, entrando en conflicto con sus compañeros de equipo o rivales.
Gestionar las emociones requiere todo un entrenamiento, porque el objetivo no es dejar de sentir, es identificar qué se siente, aceptar la presencia de la emoción y dejarla ir.
En la vida y en el deporte, viene bien la compasión, cuando la persona logra ponerla en función de permitirse “su humanidad”, vulnerabilidad e imperfección.
Un deportista autocompasivo comprenderá que los errores también lo hacen grande y que son naturales, cambiando los pensamientos excesivamente autoexigentes, por interpretaciones más compasivas hacia sí mismo.
A su vez, cuando un deportista es compasivo consigo mismo, puede ser más compasivo con el otro, reconociéndolo como parte de una misma humanidad, sin juzgar y con un deseo genuino de bienestar para él, lo que con seguridad contribuye a una mejor relación con las personas que le rodean y con el mundo en general.
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