Yo cuido mi salud mental

Categoría:
Ciencia y meditación
Yo cuido mi salud mental

Sabemos que a nivel mundial estamos atravesando una crisis severa, que ha puesto nuestros planes y diseños de vida en otro nivel de prioridad. La pandemia por el virus de la COVID-19, también conocido como coronavirus, tiene a todas las personas de cada país en condiciones de preocupación.

Varias inquietudes pueden rondar en tu mente frente a esta crisis mundial:

  1. La Vida:
    Esta es la preocupación fundamental, el reconocer la fragilidad de la vida, lo mucho que la valoramos y lo mucho que tememos perderla.
    Nos preocupa nuestra vida, la de nuestros familiares, la de nuestros amigos, vecinos y la de todas las personas del mundo.

    Este virus ha cruzado fronteras, no elige entre estratos socioeconómicos, ni roles en la sociedad.
    Se agrava el curso de la enfermedad en personas vulnerables, como lo son adultos mayores de 60 años, o quienes presentan condiciones de salud crónicas, como la diabetes, el cáncer, la hipertensión arterial o las enfermedades coronarias; no obstante, se han reportado muchos casos de complicaciones médicas en personas jóvenes y niños.
  2. Temas laborales y económicos:
    El detener el curso que traían nuestras vidas, hace que muchas personas en el mundo pierdan sus trabajos, bien sea porque las empresas han tenido que cerrar o porque sus labores diarias, como las de trabajadores independientes, se han suspendido.
    Por ende, los ingresos ya no llegan para soportar los compromisos del hogar, como lo son obtener la alimentación, pagar renta, servicios domiciliarios y, en general, todo lo que mes tras mes debe generar una persona a nivel económico para sobrevivir.
  3. Aislamiento o cuarentena:
    La amenaza real del coronavirus, sólo puede mitigarse, a través de estados rigurosos de confinamiento, un aislamiento social radical, una cuarentena, que ha traído un cambio abrupto en el ritmo de vida humana.
    Desde hace pocos meses muchos planes, proyectos, trabajos, eventos, festivales y la vida misma (como estábamos acostumbrados a vivirla), se han detenido.
    Cada persona cuida su vida y su salud y elige quedarse en casa como una responsabilidad también con el otro, ese otro que puede ser su familia o un desconocido.


Cómo hacerle frente a este cambio de vida abrupto, vivir de manera prolongada sin salir de casa, una tarea ardua, sencilla y a la vez, desafiante.

Ahora, debes estar en casa y enfrentar todos tus miedos, preocupaciones, encontrarte con tus monstruos internos y, además, atender labores de limpieza, cocina, alimentación.
Si tienes hijos, cuidar de ellos, acompañar montones de actividades que les han enviado de los colegios; obviamente responder con las tareas propias del trabajo que ahora debes hacer en línea o también llamado teletrabajo.

Debes procurar hacer ejercicio, meditar, relajarte, socializar por medios virtuales para no sentir enloquecer ¡y no olvides!: encontrar la manera victoriosa para enfrentar con sabiduría, fortaleza y optimismo, la respuesta a esta crisis mundial.

Todo un desafío, algo así como lo que han llamado: Resiliencia, la capacidad que tenemos los seres humanos de superar las adversidades.

Es así como encaras una situación nueva, con las herramientas que tienes a la mano, tus formas y maneras de reaccionar ante la crisis y evitar lo que tememos: las respuestas emocionales severas, como el estrés, la ansiedad y/o la depresión.
Se origina entonces una preocupación silenciosa que podría conllevar a grandes consecuencias: es la reacción psicológica y emocional ante estos cambios abruptos en la vida de cada uno.

Cada una de las inquietudes mencionadas, más el aislamiento, pueden ocasionar malestares importantes a nivel emocional y el riesgo grande, es que el desenlace sea un brote fuerte de trastornos psicológicos, que ponen también la salud mental al borde del colapso y en últimas, la vida en una cuerda floja.

Es importante resaltar, que algunas personas con historias previas de problemáticas en salud mental, como la depresión, la ansiedad, el trastorno afectivo bipolar, el trastorno obsesivo compulsivo, la esquizofrenia, el trastorno límite de personalidad, el autismo, entre otros, podrían experimentar en este momento actual de pandemia, la exacerbación de los síntomas de sus cuadros clínicos, para lo que requieren mayor vigilancia y acompañamiento por parte de psicología, psiquiatría y de su red de apoyo.

Hablemos un poco de las emociones que pueden estar a flor de piel durante estos días, en particular:

El miedo

El miedo es una emoción común que habita hoy en nosotros, una emoción que tiene una razón de ser, dedicada a apoyar la supervivencia, de tal forma que es el miedo el que hace que podamos huir o escapar de una situación de peligro.
Una emoción que compartimos con los animales y al experimentarla activa todo un sistema, donde la amígdala cerebral juega un papel importante en conjunto con otras estructuras del organismo, desencadenando una cantidad de respuestas fisiológicas que ayudan a que nos pongamos a salvo; tales como la liberación de adrenalina que lleva a nuestros músculos a moverse, en conjunto con el aumento de la actividad cardio-respiratoria y la sudoración, entre otras, posibilitan conductas que implican velocidad, movimientos extremos, que nos permitan resguardar del peligro.

En estos momentos que atravesamos, el miedo aparece como una reacción normal a un suceso que no podemos controlar, que desconocemos cuál será su curso y nos enfrenta a procesos de incertidumbre. No lo habíamos vivido, no sabemos cómo enfrentarlo y debemos pronto, reconocer esta emoción y poderla acoger y gestionar, evitando que, se desencadenen reacciones como la ansiedad, mecanismo adaptativo que aparece para responder a situaciones de incertidumbre, donde no hay un control o que requieren  activar nuestro sistema de alerta.

Un nivel moderado de ansiedad puede ayudarnos a mover o a centrar nuestra atención para resolver una dificultad. No obstante, un desborde en el nivel de reacción o ansiedad, puede desencadenar un trastorno, que afecta enormemente la calidad de vida, ameritando un tratamiento terapéutico y en ocasiones farmacológico, porque la persona no logra tener un dominio sobre la reacción, que conduce a múltiples respuestas fisiológicas, similares a paralizarse ante la situación.

El estrés

El estrés, se ha definido como un estímulo puntual, agresivo o no, percibido como amenazante para la homeostasis, desencadenando una reacción de alarma. El estrés activa un conjunto de reacciones que implican respuestas conductuales y fisiológicas, que permiten al organismo responder al estresor de la manera más adaptada posible.

De manera natural el ser humano cuenta con la posibilidad de adaptarse a los cambios o a las situaciones que generan miedo o estrés, en un proceso de 3 fases:

  • Alerta: se activan todas las estrategias para responder a la situación, a través del trabajo en conjunto del hipotálamo, las glándulas suprarrenales, la adrenalina y noradrenalina, dotan de energía, fuerza y velocidad al organismo para huir.
  • Defensa o resistencia: si el estrés se mantiene, se libera cortisol, una hormona que ayuda a mantener el organismo en estado de alerta, para la defensa, para “resistir”.
  • Relajamiento o agotamiento: Cuando la situación estresora se mantiene, la reacción es crónica y puede desencadenar problemas médicos y psiquiátricos, en tanto que el organismo puede estar desbordado, agotado, los niveles hormonales son menos eficaces y pueden acumularse en la circulación, generando así impactos negativos en la salud.

La tristeza

La tristeza puede ser una emoción que aflora en nosotros por estos días, producto de no entender lo que sucede y lo que podrá devenir a partir de esta pandemia.

Enfrentar las propias vivencias que ha generado para cada uno este momento crítico, los cambios inesperados, las pérdidas, los temores, fácilmente pueden posibilitar la llegada de la tristeza, que se manifiesta a veces por ánimo bajo, llanto fácil, disminución del interés por las cosas que antes disfrutábamos, cambios en el apetito, en el ciclo del dormir, inclusive, aparición de ideas negativas, poco esperanzadoras y/o catastróficas.

Esta emoción hace que en ocasiones la vida se observe gris, que las personas no quieran hacer nada, y lo riesgoso es que puede desencadenar en una depresión. La depresión sería la forma patológica de la tristeza, que tendría lugar, cuando ésta se prolonga y se intensifica.

A nivel neurobiológico, la depresión se asocia con bajos niveles de dopamina y serotonina, y a largo plazo, puede motivar la aparición de procesos de deterioro cognitivo, como olvidos, problemas atencionales y/o ejecutivos.

Priscilla Du-Prezz en Unsplash
Priscilla Du-Prezz en Unsplash

Comprendemos entonces que ahora mismo una o varias emociones nos habitan, cada una tan natural y tan humana; el desafío está entonces en gestionarlas de manera eficiente, algo así como velar por nuestra salud mental: “el autocuidado en su máximo esplendor”.

Empecemos entonces por identificar o reconocer nuestras emociones actuales, qué sensaciones nos traen, y observemos cómo vienen a enseñarnos un poco más de nosotros mismos.


La invitación es a no resistirnos, a no rechazar las emociones, sino a dejarlas fluir y cuidarnos a nivel emocional, para no progresar hacia otros modos, que se configuren en trastornos psicológicos.

Test: Yo cuido mi salud mental

Encontrarás con esta publicación, un cuestionario sencillo que el equipo de Neuropsicología de Bambú ha diseñado para ti.

Cuando lo respondas, podrás conocer si tus emociones actuales son las naturales frente a una calamidad global que vivimos o, si tu reacción y sensación alcanza niveles mayores, indicadores patológicos que ameriten atención psico-terapéutica de manera urgente, que te oriente a la búsqueda de apoyo inmediato y logremos juntos prevenir el progreso hacia mayores complicaciones que afecten tu calidad de vida y la de quienes te acompañan.

Te proponemos además, hacer uso de nuestras prácticas de mindfulness de la mano de nuestros contenidos en la app Bambú, donde encontrarás prácticas para relajarte, disminuir la tensión, la ansiedad y la depresión. Estas actividades son complementos terapéuticos y jamás reemplazarán la labor de un proceso de acompañamiento profesional por psicología y/o psiquiatría; pero te ayudarán a encontrar calma en el momento.

Adriana Morales Franco
Neuropsicóloga

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Referencias

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-92272010000500006

https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/psiquiatricas/ansiedad.html

https://www.lainformacion.com/tecnologia/asi-funciona-el-circuito-del-miedo-en-nuestro-cerebro_nwpGydHpAnF4Z2uhykhNs7/

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